Son las dos y cuarenta y dos de la madrugada del domingo, el blues se detiene un rato a la orilla de la carretera con las puertas abiertas aguardando el momento en que siete seres humanos, sin cuero, sin garras ni ojos, bajen al helado, mágico, paraje montañoso, cercano a la muerte y la ortiga. Pero arranca de nuevo y se pierde en la niebla de la carretera.
…un claxon me saca del absortismo y la puerta de un automóvil techado se cierra detrás de mí, le doy mi adiós a la muchedumbre, afuera llueve, viajero silencioso y humo de mariguana, el zarpe de algún viejo conocido del que tal vez nunca volveré a saber, sin pensar ni decir mucho, giro la llave, mi habitación esta solitaria, la lluvia moja mi camiseta y mi ser, me quito mi humanidad, ya empapada y busco el cobijo.
El retrato cínico tararea, con su mala fruta, una mala canción que no le ayuda a dormir, pero en su primer sueño los viejos, ya seniles, si estiran su piel, pueden verse las caras en los tatuajes.
big bang continues …
¿A cuántos años luz nos encontramos de nuestras propias partículas sub/atómicas?
Tal vez nuestra imaginación pueda desafiar a las leyes de la gravedad.